domingo, 1 de julio de 2018

10 Days of Silence | 10 días de silencio


(All You Had to Do Was Stay - Taylor Swift)


1


   El primer día siempre es el más difícil. El primer momento; la primera acción. Christy Hawkins es una estudiante universitaria que trabaja como moza en un pequeño café de su ciudad natal. Durante la mayor parte de su vida, desde que tiene memoria, ha estado enamorada de su vecino, Noah Huston. Ella siempre lo vio como el chico más lindo, inteligente y genial de su ciudad, encontrándolo irresistible desde que él se mudó al lado de su casa. Por muchos años ella mantuvo en secreto sus sentimientos, segura de que él la rechazaría si se enterase. Prefirió sufrir en silencio que afrontar la posibilidad de perderlo. Aunque los dos jóvenes jamás fueron cercanos, Noah siempre fue amable con ella, por lo cual Christy temía que su amor no correspondido lo alejara por completo.

   La chica de veinte años creyó que podría mantenerse callada por más tiempo, pero últimamente se ha sentido demasiado agitada al respecto, encontrándose ante la necesidad de liberarse de sus cadenas autoimpuestas y confesar lo que de verdad siente. Al final, decide decirle todo a Noah, pero no teniendo el coraje suficiente, resuelve escribirle una carta. Darle rienda suelta a sus dedos, los cuales plasman en papel lo que su corazón no se atreve a revelar oralmente, es fácil. La parte complicada, por supuesto, es entregarla a su respectivo destinatario. Para esta tarea, la joven debe recaudar toda la valentía que le es posible, lo cual le lleva toda una semana.

   Cuando ella finalmente está lista para caminar los pocos metros que separan su casa de la de su amor imposible, abre la puerta de entrada y se promete a sí misma no dar vuelta atrás. El viaje es demasiado corto y tenso, pero lo único que tiene que hacer es dejar la carta en el buzón o –de manera más personal– en la alfombra de bienvenida. Finalmente, termina optando por pasarla por debajo de la puerta, rezando porque nadie más que él la abra y la lea.

   El primer día siempre es el más difícil. La joven se siente inundada por un entusiasmo desconocido para ella. Creyó que la poseería una ansiedad imparable, pero para su suerte el caso no es ese. Esperanza e ilusiones, las cuales solía considerar devastadoras si las cosas salían mal. Pero ¿y sí el sentimiento es mutuo? Christy se encontrará en el Paraíso mismo.

2


   El segundo día no es tan feliz. Es cuando las dudas surgen y comienzan a carcomer los cimientos de la seguridad. El nerviosismo aparece para quedarse y anidar en lo más profundo del alma. Christy se siente inquieta y preocupada, no pudiendo dejar de pensar en el asunto. Si Noah ya leyó la carta; qué pensará al respecto; si siente lo mismo que ella. Los cuestionamientos rondan sin cesar por su cabeza, no habiéndola dejado dormir en toda la noche y manteniéndola distraída durante todo el día. Más de una vez se siente tentada de mirar por la ventana de su habitación en dirección a la residencia de los Huston, pero por pura fuerza de voluntad logra resistir el impulso.

   Las horas pasan rápido, pero se sienten eternas. La chica se pasa toda la tarde al pendiente de la puerta, de su teléfono y de su computadora. Imaginando las diferentes posibilidades y cómo reaccionaría frente a cada una de ellas. Así se consume toda la tarde del sábado, ocupada con sus pensamientos y fantasías. Ese día tampoco obtiene respuesta alguna.

3


   Al tercer día, las emociones negativas comienzan a tomar carrera, asentándose cada vez más adentro del frágil corazón de Christy. Los nervios se transforman en ansiedad y las dudas en certezas inventadas. Una lista de peores escenarios posibles se forma en su cabeza, poniéndola al borde de un colapso mental. Su atención a la casa vecina se convierte en vigilia celosa, no queriendo ella perderse el momento en que el joven salga por la puerta de entrada y se encamine hacia su hogar. Hasta ese momento, eso aún no ha sucedido ni parece que vaya a suceder pronto. La desazón no se encuentra tan lejos a esa altura.

   La joven es víctima de la ansiedad más profunda y se pone a rutinariamente chequear el buzón de cartas, la puerta de entrada, su casilla de mensajes y la de e-mails. No se despega de su celular ni un segundo y mantiene los ojos puestos en el terreno aledaño. Se come las uñas, se tira del pelo, pero el resultado es el mismo: nada. Y el tercer día termina igual que los dos primeros, con la diferencia de que Christy está al borde de un corazón roto.

4


   El cuarto día comienza de la peor manera, ya que la joven Hawkins no pudo pegar ojo en toda la noche, y no promete terminar mejor. En este punto asoma el estrés, peor enemigo de la tranquilidad. Aparecen los tics y las compulsiones; los rituales obsesivos que se repiten religiosamente para mantener la mente distraída.

   Chris mira el reloj en la pared de su aula cada cinco segundos, no pudiendo esperar a que el profesor dé por finalizada la clase. Escribe garabatos en su hoja y juega con su lápiz. No escucha ni una sola palabra de lo que dice su profesor y tampoco toma nota de ello. La joven corre a su casa cuando tiene el permiso de hacerlo, deseando no haberse perdido nada, como que Noah hubiese tocado el timbre de su casa mientras ella no estaba. Una vez en su hogar, evita el almuerzo por miedo a que su estómago no pueda retener la comida. Para posar su atención sobre otra cosa, se pinta las uñas, se las despinta y se las vuelve a pintar. Pasea por la casa sin cesar, dando vueltas sin rumbo fijo. Revisa continuamente todas las vías de comunicación por las cuales él podría responderle y vigila con celo la puerta de entrada y el terreno de al lado. Siente que se está volviendo loca, pero no puede hacer más que esperar. No se atreve a ser la primera en acercarse a hablar por cualquier medio.

   Al final, la chica termina comiéndose las uñas, lo cual no le preocupa mucho porque le quedaron horriblemente pintadas. Su estrés es tal que tiembla de la inmensa energía que su cuerpo apenas puede contener. No está segura si podrá dormir esa noche, por lo cual intenta preparase mentalmente para otra ronda de insomnio. A pesar de sufrir un día entero de TOC, el silencio prevalece una vez más y Christy se acuesta completamente desesperanzada.

5


   El quinto día inicia con una mañana nublada que solo augura lluvia y tormenta. La chica logró dormir, pero de lo estresaba que estaba tuvo fuertes pesadillas, rozando en terrores nocturnos. Está de más decir que se despertó con el corazón en la garganta y conteniendo las lágrimas. Ya de principio ella sabe que ese no será un buen día. Así es como el día número cinco llega con nubes grises y aires de tristeza. A Christy le cuesta levantarse, le es difícil prepararse para ir a clase, le es imposible no largarse a llorar cuando regresa a un buzón vacío y una respuesta negativa de su madre cuando la joven le pregunta si alguien tocó el timbre preguntando por ella. Obviamente, el llanto lo deja salir en la soledad de su habitación, con su cara enterrada en la almohada más mullida que se encuentra sobre su cama.

   La tristeza la ahoga; la quiebra sin terminar de hacerla pedazos. Hace su trabajo a medias, como si fuese consciente de que aún queda más por venir. Noah no ha dicho nada al respecto; ella ni siquiera lo ha visto en todos estos días tan largos y cargados de pesadumbres. Puede que ni siquiera haya leído la carta todavía y que ella se esté preocupando por nada. Puede que jamás la vaya a leer. La chica está muy cansada y ya no tolera sentirse así, por lo cual se propone calmarse y no pensar en el tema hasta el bendito día en el que Noah se decida a dar la cara.

6


   El día previo a que se cumpla una semana desde que Christy entregó su carta, a ella no le toca cursar ninguna clase y tiene franco en el trabajo. Anoche tomó la decisión de ignorar todo el asunto, así que se levanta pensando en cualquier otra cosa. A último momento arregló con un par de amigas para salir a comer y de compras, imaginando que la jornada de actividades en compañía será suficiente para distraerla y hacerla sentir mejor. Es más un deseo que una expectativa, pero soñar no cuesta nada.

   Las chicas se encuentran, felices de pasar tiempo juntas después de meses sin verse. Sus responsabilidades universitarias ocupan gran parte de sus vidas, lo cual está bien pero no deja mucho espacio para el ocio. Y por esto último ellas resuelven aprovechar al máximo el día y se disponen a buscar un buen restaurante de inmediato. Las jóvenes no tardan en ponerse al día, contando anécdotas de sus diferentes clases, profesores y compañeros. Inevitablemente, terminan llegando al tópico del amor y las amigas de Christy hablan de sus aventuras y desamores, mientras ella se prepara para mentir descaradamente sobre el tema que tanto ha tratado de evitar durante toda la mañana. Para su suerte, sus amigas le creen, o por lo menos pretenden hacerlo, como presintiendo que no quiere hablar de ello.

   El paseo por el shopping más cercano les consigue a las chicas uno que otro producto, pero como todo en la vida la salida entre amigas llega a su fin y Chris se queda sin su principal distracción del día. Ante la idea de volver a su casa y acostarse en su cama, mirando el techo y pensando en Noah, ella opta por empezar cualquier serie nueva que le atrape lo suficiente como para mantenerla ocupada hasta la noche. La joven termina logrando su cometido, pero ganar una batalla no significa ganar la guerra. La falta de respuestas continúa, y ella no podrá mantener su indiferencia por mucho más tiempo.

7


   Ha pasado una semana y Christy está furiosa. ¿Por qué tanto silencio? ¿Por qué no hay respuestas? ¿Acaso Noah ni siquiera abrió el sobre todavía? La joven se pregunta cómo es posible que su amor platónico no haya dicho nada aún. No puede evitar pensar que el joven es un cobarde y no se atreve a dar la cara, o que es un desgraciado maleducado que ni siquiera se toma la molestia de leer su correo. La ira la invade por completo, haciéndola ver rojo (figurativamente). Desde lo más profundo le nace el ferviente deseo de destrozar todo en su presencia, queriendo descargar su rabia en cualquier objeto inanimado al cual tenga acceso. No puede creer que haya pasado por tanto y que aún no haya obtenido resultado alguno. Ni siquiera un mensaje de texto le ha llegado, y los dos jóvenes tienen el número del otro para usar en caso de emergencia. Si él evidentemente no quiere resolver el problema de frente, por lo menos podría responderle por el mismo medio. Pero el silencio se mantiene regio y la joven ya no lo puede tolerar más.

   Christy se pasa el día maldiciendo al hijo de los Huston, tratando de odiarlo con todo su ser. Pero es inútil y en el fondo ella lo sabe. Su amor es más fuerte que cualquier otro sentimiento negativo. Si cambiar de emoción fuese tan fácil, ella habría dejado de quererlo tanto hace años, sabiendo que el sentimiento no es reciprocado. Lamentablemente, la vida no es tan sencilla. El odio, enmascarando al enamoramiento, prevalece por un día, pero al caer la noche –como ella, lentamente– muere.

8


   El octavo día es el más aborrecible hasta el momento. Luego de haber llorado y gritado, a Christy no le queda nada. Se siente vacía salvo por la fuerte depresión que la llena hasta el tope, amenazando con desbordar. A diferencia de la tristeza, ésta no conlleva lágrimas ni maldiciones; es silenciosa, al punto de rivalizar con el joven al otro lado del límite de la propiedad. Ella se pasa el día en su casa, sin las ganas necesarias para asistir a clase ni a la cafetería; ni siquiera para levantarse de su cama e ir a comer. No tiene la fuerza de voluntad necesaria ni el deseo para hacer algo, lo que sea. Solo quiere que se la trague la tierra, habiendo asumido que Noah leyó la carta y simplemente no le interesa hacer algo al respecto, decidiendo dejar a la joven ahogándose en las profundidades de la incertidumbre. A esta altura, ella ni siquiera está segura de si quiere una respuesta. Solo le interesa volverse a dormir y no despertar jamás.

9


   El noveno día es el peor; es cuando ya no quedan esperanzas. La depresión barrió cualquier sentimiento positivo que pudiese haber sobrevivido semejante odisea y solo queda un abismo que es llenado con el dolor emocional más insoportable que existe. Las ilusiones mueren; los sueños, incluso en la vigilia, se tornan pesadillas de la más cruel amargura; la desazón quiebra el espíritu y deja una carcasa marchita en su lugar. Ya no hay palabras ni acciones que puedan reparar un alma en pena, el daño está hecho.

   Christy no siente nada, está entumecida del dolor. Ya no le quedan lágrimas por llorar, pero eso no significa que esté mejor. Es como si estuviera al borde de la asfixia constantemente, pero sin lograr morir. Se encuentra danzando al borde de una navaja entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Está cansada, agotada, de no poder dormir ni pensar en otra cosa que no sea el joven que vive a diez metros de su casa. Quiere que todo se detenga; que el dolor pare de una vez. Quiere volver en el tiempo y evitar escribir esa condenada carta. Quiere respuestas, pero al mismo tiempo no quiere saber nada. Quiere tantas cosas, y sabe que no va a obtener ninguna. Ya es muy tarde para ella.

10


   Al decimo día, Noah finalmente se decide a ir a tocar la puerta de la casa de Christy. El joven leyó la carta que su vecina le escribió y se tomó varios días para reflexionar acerca de su contenido y lo que éste implica para ambos. Durante ese tiempo, pensó varias veces en mandarle un mensaje o incluso escribirle una carta en respuesta, pero en el fondo sabía que la mejor manera de comunicarle cómo se siente al respecto es haciéndolo cara a cara. Es lo mínimo que puede hacer por ella; después de todo, se lo debe. Él no puede siquiera empezar a imaginarse por todo lo que ella debe haber pasado durante el transcurso de esa semana y media, solo le queda esperar que lo perdone por haberla hecho esperar tanto.

   Cuando el joven se encuentra frente a la puerta de entrada de la residencia Hawkins, aún con la dichosa carta entre sus manos, toca el timbre y espera, conteniendo el aliento. Al abrirse la puerta se encuentra, no con la chica, sino con su madre, quien tiene aspecto de haber estado llorando recientemente. Preocupado, Noah pregunta si ella está bien y le dice que viene a hablar con Christy de algo importante. Con una sonrisa cargada de agonía y lágrimas frescas brotándoles de los ojos, la madre de la joven le comenta a su visitante que a quien busca ya no está.

   De la manera más devastadora, Noah se entera de que Chris murió la noche anterior; de que ella se quitó la vida en la bañera, sin dejar atrás ni siquiera una nota de despedida o en la cual explicará por qué hizo tal cosa. La señora Hawkins no entiende el por qué detrás de la decisión de su única hija, y aunque reconoce que en el transcurso de los últimos días se la vio un tanto desanimada, jamás pensó que podría ser algo tan serio. Pero Noah sí sabe la razón que llevó al suicidio de la dulce chica. Y la carta que aún tiene apretada entre sus manos se siente como una brasa caliente que lo está quemando.

   Es su culpa y lo sabe. No por haber sido quien agarró el cuchillo y cortó las frágiles muñecas de la joven. No por haberla amado o no haberlo hecho. Simplemente por llegar demasiado tarde; por no haber dicho nada antes. Por hacerla esperar más de lo que pudo aguantar. Él no la empujó a su muerte por hablarle, sino por no hacerlo. Las palabras duelen, pero el silencio mata.


Fin