Hand-written | Escrito a mano

From the moment we are born, we are a blank canvas made to be filled only by what we choose to speak of. People often say that words are like bullets, once you say them, you can't really take them back. The damage is already done, just like bullet wounds. It's not something that you understand while you're a child, thus kids tend to speak their minds freely, without consequence or remorse. Only when they grow older and learn the real power of words does the realization dawn on them. Wounds leave scars, and words can hurt even more than a bullet.

Sometimes, one speaks out of anger, fear, happiness or love. Whatever you say, no matter what, stays with you forever. You can never take it back. Because even if whoever heard those words forgets or passes away, you cannot ever get rid of them. They stay with you forever. 

There’s no need for memory in this case; your body remembers them for you. Because everything you say, every word you speak, ends up appearing written on your skin. Just like the scars left by wounds. Only the words you use, not ones other people tell you. So is quite easy to remember every word you have ever said in your life; all you have to do is look down.
Some legends said that it wasn’t always like this for people, that there was a time before when everybody’s skin was clear. Those same stories claim that it began with a curse cast upon us, to make people conscious. The most spread legend tells of a witch that was constantly hurt by what the people of her village said about her; so, in revenge, she cursed them to wear the words they uttered on their bodies forever. The curse was passed on from generation to generation and thus spread across the world.

I can’t say if it’s true or not, but all I have known in my life is whatever I say ends up on my skin. Even if the story of the curse was real, I highly doubt that it could be lifted. It did what it was meant to anyway, in the end. People nowadays are more careful when choosing words to use, even when saying the most innocent kind of things. There are even some words prohibited by the government, the kind that if they find on you could take you away for.

Yet the problem remains, because of the people too insensitive or careless that don’t care about what they say. The same kind that feeds the clandestine market of different ways to hide or even erase some words from one’s skin. And even though I would never risk getting caught soliciting such services, I would be lying if I said I didn’t want to get rid of some myself.

All those things you say when you are a naive child, or an adult in the heat of the moment all of those you can’t take back, and you have to carry them to your grave. If only I had thought better about some things before I said them, maybe I wouldn’t be in this position right now. Without family, with no friends; standing in the middle of my room, staring at the rope in front of me that’s hanging from the ceiling.

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Desde el momento en que nacemos, no somos más que un lienzo en blanco hecho para ser llenado solo por lo que elegimos decir. La gente suele mencionar que las palabras son como balas, una vez que salen de tu boca, realmente no puedes retractarlas. El daño ya está hecho, al igual que las heridas de bala. No es algo que puedas entender cuando eres un niño, por lo tanto, los niños tienden a decir lo que piensan libremente, sin consecuencias ni remordimientos. Solo cuando se hacen mayores y aprenden el verdadero poder de las palabras, ellos comprenden. Las heridas dejan cicatrices y las palabras pueden doler incluso más que una bala.

A veces uno habla por ira, miedo, felicidad o amor. Lo que tu digas, pase lo que pase, se queda contigo para siempre. Nunca puedes volver atrás. Porque incluso si quien escuchó esas palabras se olvida o muere, nunca puedes deshacerte de ellas. Se quedan contigo para siempre.

No hay necesidad de tener memoria en este caso; tu cuerpo las recuerda por ti. Porque todo lo que dices, cada palabra que dices, aparece escrita en tu piel. Al igual que las cicatrices dejadas por heridas. Solo las palabras que usas, no las que otras personas te dicen. Así que es bastante fácil recordar cada palabra que has dicho en tu vida; todo lo que tienes que hacer es mirar hacia abajo.

Algunas leyendas dicen que no siempre fue así para las personas, que hubo un tiempo en que la piel de todos estaba “en blanco”. Esas mismas historias afirman que comenzó con una maldición lanzada sobre nosotros, para concientizar a las personas. La leyenda más difundida cuenta que una bruja fue constantemente lastimada por lo que la gente de su pueblo decía sobre ella; entonces, en venganza, los maldijo para que llevaran las palabras que pronunciaran en sus cuerpos para siempre. La maldición se transmitió de generación en generación y, por lo tanto, se extendió por todo el mundo.

No puedo decir si es cierto o no, pero todo lo que sé es que lo que digo termina en mi piel. Incluso si la historia de la maldición fuera real, dudo mucho que pueda ser revertida. Al final, hizo lo que debía hacer. Hoy en día, las personas son más cuidadosas al elegir las palabras que usarán, hasta cuando dicen las cosas más inocentes. Incluso hay algunas palabras prohibidas por el gobierno, del tipo que si te encuentran en el cuerpo podrían llevarte lejos.

Sin embargo, el problema aún persiste, debido a las personas demasiado insensibles o descuidadas que no se preocupan por lo que dicen. El mismo tipo de gente que alimenta el mercado clandestino de diferentes formas de ocultar o incluso borrar algunas palabras de la piel. Y aunque nunca me arriesgaría a ser atrapado solicitando tales servicios, estaría mintiendo si dijera que no quiero deshacerme de algunas de las mías.

Todas esas cosas que dices cuando eres un niño ingenuo, o un adulto en el calor del momento, todas esas cosas que no puedes recuperar, y tienes que llevarlas a la tumba. Si hubiera pensado mejor en algunas cosas antes de decirlas, tal vez no estaría en esta situación en este momento. Sin familia y sin amigos; de pie en medio de mi habitación, mirando la cuerda frente a mí que cuelga del techo.